En los oscuros tiempos de la Colonia, en una pequeña aldea al pie del místico Cerro del Cuchuma, vivía una mujer llamada Juana. Esta mujer, de ascendencia indígena, era conocida por su vasto conocimiento en herbolaria y curación. A lo largo de los años, Juana se había ganado el respeto y el temor de los habitantes de la aldea por su habilidad para sanar enfermedades que ni los médicos más experimentados podían tratar.
A pesar de su habilidad, los rumores empezaron a circular. Algunos decían que Juana había vendido su alma al diablo para obtener esos conocimientos. Otros aseguraban haberla visto realizar rituales oscuros en las noches de luna llena. Estos rumores se intensificaron cuando varias personas de la aldea desaparecieron sin dejar rastro. La sospecha recayó sobre Juana, y el miedo se apoderó de los corazones de los aldeanos.
Desesperada por demostrar su inocencia y salvar su vida, Juana se refugió en el Cerro del Cuchuma, un lugar sagrado y temido. Según la tradición, el cerro era hogar de espíritus antiguos y deidades olvidadas. Juana, buscando protección y poder, realizó un ritual en lo más alto del cerro, invocando fuerzas ancestrales para que la protegieran. Sin embargo, el ritual no salió como ella esperaba.
Las fuerzas que Juana invocó eran más poderosas y oscuras de lo que imaginaba. En lugar de protegerla, estas entidades la transformaron en una bruja temida y poderosa. Juana, ahora la Bruja del Cerro del Cuchuma, comenzó a usar sus nuevos poderes para vengarse de aquellos que la habían acusado injustamente. Se decía que en las noches sin luna, su risa se podía escuchar resonando en el valle, y que aquellos que se aventuraban cerca del cerro eran maldecidos y nunca regresaban.
Los aldeanos, aterrorizados, decidieron poner fin a la maldición de Juana. Un grupo de los hombres más valientes y piadosos del pueblo se armó con antorchas, cruces y agua bendita, y subieron al cerro para enfrentarse a la bruja. Encontraron a Juana en medio de un ritual oscuro, y en la confrontación, la bruja lanzó una maldición final sobre ellos antes de desaparecer en una nube de humo negro.
Desde entonces, la leyenda de la Bruja del Cerro del Cuchuma ha sido contada de generación en generación. Se dice que su espíritu todavía ronda el cerro, y que aquellos que se aventuran en sus dominios sin la debida precaución pueden encontrarse cara a cara con la bruja. Los habitantes de la aldea evitan el cerro, especialmente durante la noche, y advierten a los viajeros sobre la presencia de la Bruja del Cerro del Cuchuma.